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El libro de versos

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Es El libro de versos una de las obras más importantes de la literatura colombiana. Estas páginas contienen los temas recurrentes del paisaje poético de la obra de José Asunción: el amor, la ternura de la remembranza —en los viejos objetos, la niñez—, la sombra sedosa de los nocturnos, y ese melancólico desencanto que barniza las páginas creadas por la suave mano de este exquisito.
El libro se compone de los apartados Infancia, Páginas suyas, Nocturnos, Sitios y Cenizas, de versos escritos sobre la base de complejas variantes métricas. Encontramos aquí poesías como Los maderos de San Juan, donde el poeta, por medio de la figura de la abuela, se interroga acerca del futuro, futuro que la anciana presiente incierto y azaroso, pues es el tiempo el verdadero protagonista de la composición.
En Nocturnos aparece el poema Una noche, una de las composiciones más conocidas de Silva, que le ha dado fama universal. Poema de musicalidad exquisita, es calificado por el maestro Baldomero Sanín como una de las creaciones más excelsas de las letras colombianas.
El trabajo poético de José Asunción Silva se orientó estéticamente hacia el modernismo. No debemos olvidar que en 1896, Rubén Darío publicó en Buenos Aires Prosas profanas y Los raros.
Una característica para destacar, es que Silva no es un poeta rico en motivos. Podrían reducirse a dos: la muerte y el pasado. Lo que hace que poco se caiga en la cuenta de esta pobreza de asuntos fundamentales como origen de la inspiración, es que Silva escogió precisamente dos fuentes eternas y universales para su obra, y explotó líricamente esos dos motivos valiéndose de las más diversas circunstancias, cada vez que la vida lo ponía frente al pasado como necesaria reacción contra las amarguras presentes, o cada vez que la imagen de la muerte venía en pos de un duelo familiar, de un arrebato de desesperación, o de una sugerencia artística, o, simplemente, como resultado de su contemplación del universo, o como producto de su filosofía pesimista. El Pasado y la Muerte: en esas dos palabras está representado el universo poético de Silva, también presentes en la obra de todos los grandes poetas.
En cuanto a la temática amorosa, la manera de sentir el amor en Silva es wertheriana, sin sombra de sensualidad. De verso puro, “el verso es vaso santo” —escribió—, sus ofrendas poéticas a la mujer están exentas de erotismo, mientras que buscan, indagando en el rastro de la amada un misterioso hilo de Ariadna, un sentimiento más profundo, que avasalle el alma con más fuerza de lo que puede hacerlo el amor. Silva no es el poeta del amor. Hay en sus versos continuas referencias a mujeres, hay rasgos apasionados desde el punto de vista de la sensualidad, pero no hay en su obra un solo canto consagrado exclusivamente a Eros, y si lo hay no puede compararse su inspiración con ese cálido y espumoso hervor de Pombo, por ejemplo, que es todo amor, que es la expresión cósmica del amor. El sentimiento erótico se halla en Silva como disuelto en carnales embriagueces. La mujer de más relieve que encontramos en sus poemas es la pura y transparente doncella del Nocturno, y éste es pieza de arrobadora castidad, a propósito de la cual no se puede pronunciar siquiera la palabra amor, porque sería desfigurar esa concepción tan delicadamente idealista.

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Serie: Poesía colombiana Editorial: Fundación Editorial Epígrafe

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  • ISBN: 9583348740
  • Fecha de lanzamiento: 2 de septiembre de 2009

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Español; Castellano

Es El libro de versos una de las obras más importantes de la literatura colombiana. Estas páginas contienen los temas recurrentes del paisaje poético de la obra de José Asunción: el amor, la ternura de la remembranza —en los viejos objetos, la niñez—, la sombra sedosa de los nocturnos, y ese melancólico desencanto que barniza las páginas creadas por la suave mano de este exquisito.
El libro se compone de los apartados Infancia, Páginas suyas, Nocturnos, Sitios y Cenizas, de versos escritos sobre la base de complejas variantes métricas. Encontramos aquí poesías como Los maderos de San Juan, donde el poeta, por medio de la figura de la abuela, se interroga acerca del futuro, futuro que la anciana presiente incierto y azaroso, pues es el tiempo el verdadero protagonista de la composición.
En Nocturnos aparece el poema Una noche, una de las composiciones más conocidas de Silva, que le ha dado fama universal. Poema de musicalidad exquisita, es calificado por el maestro Baldomero Sanín como una de las creaciones más excelsas de las letras colombianas.
El trabajo poético de José Asunción Silva se orientó estéticamente hacia el modernismo. No debemos olvidar que en 1896, Rubén Darío publicó en Buenos Aires Prosas profanas y Los raros.
Una característica para destacar, es que Silva no es un poeta rico en motivos. Podrían reducirse a dos: la muerte y el pasado. Lo que hace que poco se caiga en la cuenta de esta pobreza de asuntos fundamentales como origen de la inspiración, es que Silva escogió precisamente dos fuentes eternas y universales para su obra, y explotó líricamente esos dos motivos valiéndose de las más diversas circunstancias, cada vez que la vida lo ponía frente al pasado como necesaria reacción contra las amarguras presentes, o cada vez que la imagen de la muerte venía en pos de un duelo familiar, de un arrebato de desesperación, o de una sugerencia artística, o, simplemente, como resultado de su contemplación del universo, o como producto de su filosofía pesimista. El Pasado y la Muerte: en esas dos palabras está representado el universo poético de Silva, también presentes en la obra de todos los grandes poetas.
En cuanto a la temática amorosa, la manera de sentir el amor en Silva es wertheriana, sin sombra de sensualidad. De verso puro, “el verso es vaso santo” —escribió—, sus ofrendas poéticas a la mujer están exentas de erotismo, mientras que buscan, indagando en el rastro de la amada un misterioso hilo de Ariadna, un sentimiento más profundo, que avasalle el alma con más fuerza de lo que puede hacerlo el amor. Silva no es el poeta del amor. Hay en sus versos continuas referencias a mujeres, hay rasgos apasionados desde el punto de vista de la sensualidad, pero no hay en su obra un solo canto consagrado exclusivamente a Eros, y si lo hay no puede compararse su inspiración con ese cálido y espumoso hervor de Pombo, por ejemplo, que es todo amor, que es la expresión cósmica del amor. El sentimiento erótico se halla en Silva como disuelto en carnales embriagueces. La mujer de más relieve que encontramos en sus poemas es la pura y transparente doncella del Nocturno, y éste es pieza de arrobadora castidad, a propósito de la cual no se puede pronunciar siquiera la palabra amor, porque sería desfigurar esa concepción tan delicadamente idealista.

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